A veces sucede que se nos escapa
el tiempo pensando en lo que hemos hecho, en lo que haremos, dijimos o nos
dijeron. En la planificación y el estudio de lo que queremos lograr o de lo que
acontece en nuestra vida en ese momento.
Hemos aprendido que, para
sobrevivir, hay que tener los pies en la tierra: hay que tener en cuenta los
patrones sociales, económicos, políticos, familiares y culturales, pero ¿qué
hay de lo que sentimos?
En este intento de vivir bien, no
podemos olvidar que: si todo aquello que existe en nuestra realidad física es
importante, todo lo que sentimos en cada uno de esos ámbitos, también lo es.
Hablemos de amor, de
aceptación, de metas, pero utilizando estos conceptos como herramientas de
descubrimiento consciente. Por ejemplo, ¿sabemos que enfocarnos completamente
en una situación exterior, ya sea el trabajo, un problema familiar o una nueva
situación, es una forma de ignorar lo que sentimos?
Muchas veces, sucede que
desconocemos tanto de nuestro sentir que, simplemente, nos da miedo adentrarnos
en ello.
No se puede luchar contra lo que
sentimos, la única forma de cambiarlo es acercándonos a ello y utilizarlo como
lo que es: una brújula hacia la felicidad personal.
Hay que ver lo que sentimos como
una oportunidad de crecimiento y no como un abismo: ¿qué señales te está
mandando tu sentir? Intentar ver cuál es el mensaje. Cuando logramos ver qué
sentimos, la percepción que teníamos de nosotros mismos se expande y le da un
nuevo significado a nuestra existencia.
Está muy bien tener metas y
objetivos, pero sin desconectar de lo que sentimos. Estamos muy enfocados en el
exterior y cuanto más nos enfocamos, más nos desconectamos de nosotros mismos y
menos conseguimos disfrutar de aquello que conseguimos.
Empieza un camino nuevo ahora mismo, el que
realmente quieras tú, el que te pida tu corazón, fluye con lo que
sientes y ve a por ello;
cuando descubres lo que sientes, vives mucho más de lo que habías soñado.
Sentir, es nuestro derecho de
nacimiento, por eso, te mereces sentir tu propia felicidad, ¡no te conformes con
sobrevivir!