Quizá para saber qué es la realidad, debamos preguntarnos primero qué creemos nosotros que es la realidad.
Puede parecer un juego de palabras y tal vez lo sea. Tal vez, todo es solo un juego, una partida infinita en la que nuestras creencias, pensamientos, memorias, actos y palabras no son más que un simple dado que nos mueve hacia un lugar u otro.
José Corredor-Matheos tiene un poema desde el que se puede atisbar la relativa necesidad de saber qué es real.
Suele haber un momento en la vida de todo ser humano en el que surge la gran pregunta: ¿existe alguna otra realidad más allá de mi percepción personal de las cosas?
"Solo sé que no sé nada", una de las frases más recordadas de Sócrates, podría servirnos de punto de partida a esa nueva forma de ver la realidad que nos rodea.
Si somos capaces de sentir, aceptar y vivir desde el desconocimiento, la vida cobra otro sentido y se llena de matices que hasta ese momento no podíamos atisbar.
Difuminarse en uno mismo es una opción que pocas veces nos planteamos; necesitamos controlarlo todo, conocerlo todo, explicarlo todo. ¿Nos damos cuenta de cuánta carga implica eso? Al final, el control es el único que controla: nos controla a nosotros mismos.
Las palabras de José Corredor-Matheos, enfocadas, en principio, a la poesía, también nos sirven a la hora de profundizar en los distintos ámbitos de uno mismo. Sí, dentro de cada uno de nosotros hay una fuerza misteriosa que nos empuja a interrogarnos, una fuerza que crea en nosotros la necesidad de ir un paso más allá de las creencias, patrones y conceptos preestablecidos.
Ya sea qué pasa después de la muerte, por qué vivimos en el mundo en que vivimos o por qué trabajamos de lo que trabajamos, siempre llegamos a una misma conclusión: no lo sabemos. Y, ¿es necesario saberlo?
Quizá lo único realmente importante sea saber quién somos porque, dependiendo de esa respuesta comprenderemos cómo creamos nuestra propia realidad.
Únicamente el conocimiento de uno mismo, sin prejuicios, sin cortinas y sin expectativas, abre la puerta de la verdadera libertad y la única realidad real: la nuestra, la de cada uno de nosotros.
Como dice Sergi Torres en su libro "¿Me acompañas?": "Para ver, uno antes debe mirar y reconocer su ceguera y la ignorancia que anida dentro de los pensamientos pensados de forma aislada, de espaldas a la conciencia universal."
Todo pensamiento personal nace de un juicio, por eso, cuando somos capaces de cuestionar nuestros propios pensamientos, nuestra conciencia se expande y da paso a la contemplación, un lugar desde el que podemos observarnos y observar el mundo sin otorgar poder al pensamiento pensado.
En ese momento aparece el silencio, única puerta tras la que podemos escuchar el latido universal. Es en ese instante cuando dejo de sentir la necesidad de defender mis ideas para empezar a escuchar qué creencias y pensamientos llenan mi mente y me hacen reaccionar desde la reafirmación, la defensa, la ofensa o el juicio.
Entonces, ¿cuál sería el primer paso para acceder a esa conciencia universal? Vivir y aceptar plenamente el presente tal y como se nos presenta.
Aprender a aceptar las circunstancias que nos rodean, las emociones que surgen en nosotros ante cada situación y descubrir qué patrones, creencias, memorias o juicios ocupan nuestra mente.
A esto se le conoce como Despertar. A esto es a lo que se refieren los grandes sabios cuando hablan de "estar dormido": estamos dormidos a la conciencia universal, vivimos sin hacernos preguntas, sin escuchar nuestro propio silencio y, por ende, el silencio-palabra del universo.
En definitiva, Despertar es vivir AQUÍ y AHORA desde la premisa de la total aceptación de ese aquí y ahora porque, de lo contrario, las lecciones que nos manda la conciencia universal para que aprendamos a despertar volverán a repetirse una y otra vez.
Cuando despertamos vemos el amor de forma diferente. Nos enamoramos del alma de los seres, sentimos que formamos parte del todo y, desde esa unidad, respiramos paz y somos capaces de maravillarnos a cada instante de la magia y milagro de estar vivos.
Atrevámonos a mirar en nuestro propio reflejo
con amor.
Feliz Despertar
¡Feliz Ahora!