lunes, 22 de enero de 2018

Aprender a Sentir















A veces sucede que se nos escapa el tiempo pensando en lo que hemos hecho, en lo que haremos, dijimos o nos dijeron. En la planificación y el estudio de lo que queremos lograr o de lo que acontece en nuestra vida en ese momento.

Hemos aprendido que, para sobrevivir, hay que tener los pies en la tierra: hay que tener en cuenta los patrones sociales, económicos, políticos, familiares y culturales, pero ¿qué hay de lo que sentimos?
En este intento de vivir bien, no podemos olvidar que: si todo aquello que existe en nuestra realidad física es importante, todo lo que sentimos en cada uno de esos ámbitos, también lo es.

Hablemos de amor, de aceptación, de metas, pero utilizando estos conceptos como herramientas de descubrimiento consciente. Por ejemplo, ¿sabemos que enfocarnos completamente en una situación exterior, ya sea el trabajo, un problema familiar o una nueva situación, es una forma de ignorar lo que sentimos? 

Muchas veces, sucede que desconocemos tanto de nuestro sentir que, simplemente, nos da miedo adentrarnos en ello.
No se puede luchar contra lo que sentimos, la única forma de cambiarlo es acercándonos a ello y utilizarlo como lo que es: una brújula hacia la felicidad personal.

Hay que ver lo que sentimos como una oportunidad de crecimiento y no como un abismo: ¿qué señales te está mandando tu sentir? Intentar ver cuál es el mensaje. Cuando logramos ver qué sentimos, la percepción que teníamos de nosotros mismos se expande y le da un nuevo significado a nuestra existencia.

Está muy bien tener metas y objetivos, pero sin desconectar de lo que sentimos. Estamos muy enfocados en el exterior y cuanto más nos enfocamos, más nos desconectamos de nosotros mismos y menos conseguimos disfrutar de aquello que conseguimos.

Empieza un camino nuevo ahora mismo, el que realmente quieras tú, el que te pida tu corazón,  fluye con lo que sientes y ve a por ello; cuando descubres lo que sientes, vives mucho más de lo que habías soñado.


Sentir, es nuestro derecho de nacimiento, por eso, te mereces sentir tu propia felicidad, ¡no te conformes con sobrevivir!