lunes, 11 de marzo de 2019

La fortaleza de la desnudez


                                    


Somos quienes somos porque no: porque no podemos ser de otra forma.

Cuando miramos a un policía, un cirujano, un pintor..., no tenemos ninguna duda, sabemos a ciencia cierta que sus uniformes no nos dicen quienes son, tan solo son una muestra del empleo que ocupan.
De igual modo, somos los mismos tanto cuando nos vestimos de gala como cuando nos pasamos el día entero en pijama porque ese día, simplemente, nos apetece.

Entonces, ¿por qué tenemos tantos problemas a la hora de no identificarnos con nuestros pensamientos, creencias, valores...?

Las máscaras, es decir, todos aquellos personajes en los que nos vamos convirtiendo a lo largo de nuestra vida: el hijo, el trabajador, el serio, el gruñón, el pasota, el perdido... No son más que "uniformes" que utilizamos dependiendo del rol en que nos estemos metiendo en ese momento.

Pero, ¿quien somos si nos desnudamos de máscaras, pensamientos y creencias? 
William Blake lo define muy bien en uno de sus poemas:



Sí, somos infinitos como infinito es nuestro poder.
Puede que pensemos que nuestra verdadera naturaleza está escondida, que no es fácil aceptar que no somos nuestros pensamientos, ni la educación recibida, ni las emociones que nos invaden, muchas veces de forma abrupta y sin avisar, pero no tenemos ni idea de cómo hacerlo para ver con claridad. Entonces surge la pregunta: ¿cómo hacer visible lo invisible?

Hay que nombrar lo que vemos y sentimos sin enjuiciarnos, sin atender a las expectativas que creemos que puedan tener los demás sobre nosotros. Y viajar al silencio.
Ese silencio que nos hace conscientes de ser uno con el todo.

Al viajar al silencio de uno mismo, comprendemos que las cosas no son lo que nosotros creíamos que eran, que ni siquiera nosotros mismos somos lo que pensábamos que éramos: son mucho más, somos mucho más.

Aunque, viajar al silencio también puede traernos mucho ruido (preocupaciones, imágenes de recuerdos hirientes, miedos...), darle luz a ese ruido es la única forma de entender qué nos condiciona, de qué tenemos que liberarnos para poder fluir con coherencia a nuestra propia e innata naturaleza y ser, al fin, realmente libres.




Lo hermoso de un cuerpo desnudo es que no hay dos idénticos, cada uno de ellos es "raro" en comparación a los demás y, justo ahí, radica su fuerza. Lo mismo sucede con las almas, no hay dos iguales y solo dejándolas ser en su "rareza", brillan con fuerza otorgándonos un poder que nunca encontraremos en otro lugar, en otra persona, en otra situación.

Hay muchísimas técnicas que pueden ayudarnos a descubrir quién somos en realidad pero si hay una fórmula infalible, es la pregunta.

. Ante lo que amo: ¿por qué?, ¿para qué?
. Ante lo que temo: ¿por qué?, ¿para qué?
. Ante lo que detesto: ¿por qué?, ¿para qué?
. Ante lo que no me interesa lo más mínimo: ¿por qué?, ¿para qué?
. Ante mis emociones desatadas: ¿por qué?, ¿para qué?

Intentemos vivir piel con piel con la vida, sin seguir las huellas de nadie, acompañando y dándonos como somos, sin caretas ni filtros. Celebremos nuestra vida, nuestra existencia.

¿Puede haber magia comparable?



De un alma desnuda no se ve su desnudez
sino su LUZ